Hay asuntos,
cuestiones, que te hacen reflexionar, que te hacen parar y mirar, observar y
recapacitar. La vida es un cúmulo de cosas, variedad de aspectos, sensaciones,
momentos. Lo mejor y lo peor reflejado. Vivir la vida es lo único que nos
queda, día a día, paso a paso, intentando ser felices en cada instante. Sobre
todo valorarla porque tan pronto como empieza se acaba llevándose consigo todos
los recuerdos, emociones, vivencias.
En los
últimos dos días he tenido una sensación de vacío y tristeza, sí, tristeza por
una pérdida. Mi sentir es profundo, casi sin fondo, y una pérdida de alguien
desconocida para mí, ha hecho mella en mí como si la conociese. Una sensación
extraña o simplemente una exaltación de mi empatía. Angustia no habitual me
sobrepasaba, me ahogaba en ella, me nublaba el juicio. Momento en el que me
hubiese gustado no sentir nada y sin embargo me sentía muy vulnerable.
Una victoria
sirvió de consuelo y de justicia divina (si lo puedo llamar así). Predestinado
o no, una épica recordada y dedicada a alguien que se despidió orgullosa de un
sentir. Y esas son las cosas que emocionan, que dan valor a la vida. Personas
que hasta su último aliento bendicen la vida y se sienten orgullosas de lo
hecho, de lo sentido, de lo vivido.
Y es
precioso, que a pesar de todo el sendero de la vida haya sido una experiencia
maravillosa…
No hay comentarios:
Publicar un comentario