martes, 13 de noviembre de 2012

El transitar de una mañana



Tintes dramáticos, aceleración, todo en contra o al menos es la sensación que percibía. Pero había una luz, tenue entre la confusión, difusa entre la muchedumbre. Una entre ánimas. Desconcertante e insólita mirada que reflejaba algo desconocido, atrayente, diferente. Un consuelo de una mañana acelerada.

Caos y precipitación reinaban en la fría mañana de Noviembre. Presa del destino que presumiblemente abocaba a un final de infarto. Corría mientras el tiempo apremiaba. Fue en vano. Estaba predestinado a no alcanzar la meta por más esfuerzo que hiciera.
Me abandoné a mi fin hasta que apareció esa luz que deslumbró mi juicio y me volvió a la calma. Desprendía un aroma tibio, floral, natural. Un aroma hipnotizante, capaz de domar a la más fiera bestia. Es ese momento en el que la agonía se transformó en relajación, todo inconveniente quedó en un olvido, en un recuerdo sumergido en la sombra.

Predestinado o no fui testigo de algo maravilloso e inquietantemente atrayente. La aceleración fue una excusa perfecta para por un instante quedar atrapado en las garras de algo divino. Una mañana apasionante sin más y sin menos.

Un detalle, una luz, llamadlo como queráis, insignificante para todos salvo para mí, cambió el transitar de una mañana...

El sendero de la vida



Hay asuntos, cuestiones, que te hacen reflexionar, que te hacen parar y mirar, observar y recapacitar. La vida es un cúmulo de cosas, variedad de aspectos, sensaciones, momentos. Lo mejor y lo peor reflejado. Vivir la vida es lo único que nos queda, día a día, paso a paso, intentando ser felices en cada instante. Sobre todo valorarla porque tan pronto como empieza se acaba llevándose consigo todos los recuerdos, emociones, vivencias. 


En los últimos dos días he tenido una sensación de vacío y tristeza, sí, tristeza por una pérdida. Mi sentir es profundo, casi sin fondo, y una pérdida de alguien desconocida para mí, ha hecho mella en mí como si la conociese. Una sensación extraña o simplemente una exaltación de mi empatía. Angustia no habitual me sobrepasaba, me ahogaba en ella, me nublaba el juicio. Momento en el que me hubiese gustado no sentir nada y sin embargo me sentía muy vulnerable. 


Una victoria sirvió de consuelo y de justicia divina (si lo puedo llamar así). Predestinado o no, una épica recordada y dedicada a alguien que se despidió orgullosa de un sentir. Y esas son las cosas que emocionan, que dan valor a la vida. Personas que hasta su último aliento bendicen la vida y se sienten orgullosas de lo hecho, de lo sentido, de lo vivido.


Y es precioso, que a pesar de todo el sendero de la vida haya sido una experiencia maravillosa…