martes, 14 de enero de 2014

Nido y crecimiento

Cada vez que vuelvo a casa, me encuentro con la parte más armónica de mí mismo y de la vida. Siempre es especial volver al nido en el que diste tus primeros pasos, donde experimentaste las primeras alegrías y decepciones, donde aprendiste a sonreír. Una y otra vez aparece ese cosquilleo de melancolía con ese origen, ese mundo perfecto.
Sin embargo, únicamente salir del nido otorga la capacidad de crecimiento, porque, ¿qué es el ser humano sin una meta por la que vivir? ¿sin una meta por la que luchar? ¿sin un nido que construir?. Es un triste invitado en esta hermosa vida.


Experimentar es abrirse a un abanico de posibilidades, probarse a uno mismo y tomar conciencia. El nido se desvanece de las ramas y da paso a la desarmonía del medio, un paso necesario para orientar el centro de ti hacia una armonía superior. Crecimiento e ilusión, voluntad y sacrificio, esas son las palabras. Y entonces, encontrarás un nido como el del principio donde empezar un nuevo comienzo con una vitalidad transformada y enriquecida.